Empieza mi temporada favorita del año.
Junio se acaba como se acabará mi capacidad de ser funcional en Sevilla en julio, si algún día llegué a serlo del todo.
Pero en fin, habrá que ser imaginativo y usar un poco de pensamiento lateral para sobrellevar el verano, como hace el bueno de Borja en Madrid (créditos al genial @MalaCara):
Entre tantos viajes en tren, junio me ha regalado mucho tiempo para leer, y para recoger en este blog algunas cosas de las que tengo la vaga esperanza de que os sean interesantes a lo largo del verano. Aunque creo que este post será un poco más denso de lo habitual.
Vamos al lío.
Thinking in Systems, es un libro que va de complejidad y conexiones.
Cuando hablábamos sobre los tipos de problemas, los definíamos según la complejidad:
simple: si seguimos bien las reglas definidas evitaremos el drama,
complicados: donde trabajamos descomponiendo el problema en algunos más sencillos, con el equipo y el conocimiento adecuado,
y complejos, donde la experiencia previa no funciona, hay gran cantidad de causas que interactúan entre sí y apenas sabemos cómo se comportan.
Hay que explorar, como el doctor House. No queda otra.
Pues bien, en su libro, Donella Meadows habla de sistemas como elementos conectados que existen en cualquier ámbito, y que está organizado coherentemente para cumplir un propósito, y pueden cambiar en cualquier momento por efectos externos: adelantarse, ralentizarse, e incluso convertirse en otra cosa.
De lo lineal al “Complex rooting”
Lo ideal para nuestro vago cerebro es pensar que sólo hay una causa para un comportamiento, así que solemos trabajar en términos de causalidad lineal.
Pero esto es cierto sólo de forma parcial, ya que según Meadows, todo sistema forma parte de un conjunto mayor.
El cuerpo humano, una startup y la migración del mirlo son sistemas.
Y como comenta Meadows, no se puede abordar resoluciones de sistemas complejos a partir del análisis de una sola causa, arreglando una parte de forma aislada de las demás, porque incluso los detalles aparentemente pequeños pueden tener un impacto enorme.
Por eso debemos prestar atención a las conexiones entre los elementos que componen un sistema. Es lo que en el libro llama causa y efecto no-lineal.
Los elementos de un sistema
Según Meadows, un sistema complejo se compone de tres aspectos:
Los elementos que lo componen,
Las conexiones entre ellos,
El propósito del sistema
Probablemente el propósito sea el menos evidente, pero es el más crítico, ya que es compartido por todos los elementos del sistema.
En un árbol, por ejemplo, raíces, ramas y hojas funcionan para mantener el propósito del sistema: garantizar la supervivencia y su reproducción. Incluso si eres un Ent de Tolkien.
Y cada elemento trabaja en un propósito concreto para cumplir el propósito del sistema.
Sistemas adaptativos: Resiliencia, autoorganización y jerarquía
Los sistemas pueden reaccionar que pasa a su alrededor para proteger su propósito, generando un sistema adaptativo, en función de su habilidad para sobreponerse a los cambios externos (resiliencia).
En un sistema adaptativo, los sistemas son capaces de autoorganizarse, estructurarse a sí mismos, aprender del entorno y modificar los elementos o relaciones necesarios para poder seguir desempeñando su función. Si su jerarquía (su organización), es adecuada, en el caso de que exista un error en uno de los sistemas no tiene por qué fallar el sistema al completo.
Bucles de comportamiento, retroalimentación y comportamientos emergentes
La comunicación entre los sistemas se componen de por bucles de retroalimentación, que pueden ser positivos o negativos, y hacen que los sistemas funcionen. Son las cadenas de acción/reacción que dan forma al comportamiento y los resultados de los sistemas.
Los positivos amplifican los cambios e indican que algo puede suceder.
Un ejemplo se da cuando el propósito de un sistema se fija en función de si supera a otro, y se produce una realimentación que hace que escale de forma exponencial hasta que uno colapsa (una guerra de precios, un conflicto armado,…).
Estos bucles favorecen cambios y también desequilibrios.
Los bucles de retroalimentación negativa amortiguan los cambios e indican que el statu quo está funcionando.
Comportamientos inesperados o emergentes, generan sistemas emergentes.
Los sistemas tienen límites, ya sea en términos de recursos, capacidad o factores ambientales, y superar sus límites pueden tener consecuencias negativas, en la que la retroalimentación es una herramienta clave para entenderlos y regularlos. La tragedia de los comunes es un ejemplo de esta relación entre sistemas.
Una herramienta: El Modelo Icerberg en System Thinking
El modelo de iceberg en el pensamiento sistémico es una forma de llegar al fondo de un problema, basado en un análisis de causas raíz de 4 niveles:
El nivel de evento Este es el síntoma y, en la mayoría de los casos, las soluciones están dirigidas a este nivel.
En el nivel de tendencia empiezas a ver repeticiones, tendencias.
En el Nivel de Estructura suele contener ser la razón externa que causa/facilita los patrones observados en el nivel anterior.
En el nivel del modelo mental se esconden las creencias, principios y valores personales que impulsan el comportamiento.
Menudo lío, ¿No? Esto de los sistemas da para mucho.
Así que mejor dejarlo aquí, que voy a empezar el lunes con agujetas mentales.
¡A por la semana!🚀